Mes: octubre 2014

500 años después, resucitan los Borgia. Cuando Jordi Pujol mira el espejo y ve a Alejandro VI

Si en la Edad Media hubieran existido diarios y las redes sociales, hubiera sucedido algo similar a lo que ocurre en la actualidad. Las portadas las hubiesen copado la familia Borgia (o Borja, que procedía de Valencia) y la Red se inundaría de tweets, facebook-mensajes y todo tipo de comentarios sobre las intrigas y conspiraciones de la familia Borgia para alcanzar la cima.

Pope_Alexander_ViUn columnista de la época llamado Maquiavelo hubiese publicado un artículo de opinión, en un diario opuesto a la línea del régimen, en el que se habría leído: “Alejandro VI no ha hecho otra cosa que engañar al mundo. Nadie ha dominado como él el arte de la pillería. Nadie ha confirmado sus promesas con juramentos más sagrados, pero tampoco nadie le ha dado nunca menos importancia a sus juramentos. Siempre ha conseguido abusar de las gentes porque nadie conocía mejor que él, el lado flaco de los hombres”.

Al calor de la vasta popularidad del personaje entre la ciudadanía como vicecanciller de Roma, a la que proporcionó un estado del bienestar, con su vigorosa administración de justicia, la reorganización administrativa y la mejora de las condiciones de vida de los romanos, se habrían publicado noticias sobre su carácter ambicioso pero también trabajador.

Pero, pasados unos años, en los que logró atesorar un inmenso poder, sus rivales –que los hubo y muchos- y algunos periodistas hubiesen puesto el foco en cómo lo logró. La Justicia, que él reorganizó, no se hubiese atrevido a actuar. “¡Es el Papa Borgia!, el representante de Dios en la tierra, y es un modelo de virtud para todos”, hubiese escrito un juez en el auto de archivo de la causa por la denuncia que un partido político hubiese interpuesto contra él, al tener sospechas de fraude y corrupción en la Vaticano.

Pero en la prensa independiente y la Red social medievales, las noticias y comentarios comenzarían a circular sin freno, si es que antes los Borgia no acababan por destruir a quien osara a cuestionar su poder y honor.

Y un periodista llamado Ludwig von Pastor hubiese escrito un editorial que hubiera rezado de la siguiente manera: “No afecta el valor intrínseco de una joya, ni la moneda de oro pierde su valor cuando pasa por unas manos sucias. Del sacerdote, como funcionario de una Iglesia santa, se espera una vida inmaculada, tanto porque por oficio él debe ser un modelo de virtud al que los laicos deben ver como ejemplo, como porque con su vida virtuosa puede inspirar a otros a respetar la sociedad de la cual él es un adorno. Aún el más elevado de los sacerdotes no puede disminuir ni en nada el valor intrínseco de los tesoros espirituales que se le han confiado”.

Luego, cuando su poder y gobierno comenzó a debilitarse, llegarían los primeros titulares: “Alejandro VI, envuelto en una trama de traicioneras relaciones”; “Borgia trama una alianza política conspirativa”… Y, finalmente, “Cuatro hijos de Borgia, sospechosos de maquinaciones para amasar dinero y poder”.

En la actualidad, cuando la prensa e Internet son una realidad, ¡gracias a Dios!, se publicó la llegada a la presidencia de la Generalitat de un tal Jordi Pujol, que había creado un partido político (CDC). Y la ciudadanía saludaba esa elección porque, durante años, trajo prosperidad a Catalunya, colaboró a la gobernabilidad del Estado español y a construir el Estado de las autonomías.

Transcurridos unos años, tras 23 años de gobierno casi incontestable (con tres mayorías absolutas y cuatro mayorías simples), alguien comenzó a preguntarse: ¿cómo lo logró? Y, echando mano de hemeroteca, ¡benditas hemerotecas!, más de uno recordó un caso llamado Banca Catalana, del que Jordi Pujol fue directivo en los años setenta. Y también recordaría como el caso cobró connotaciones políticas y se cerró en falso porque “no había suficientes indicios de delito, aunque la gestión fue imprudente e incluso desastrosa”.

Durante años se han sucedido noticias y comentarios sobre las extrañas alianzas de Pujol, pero se le ha respetado al ser considerado un modelo para la ciudadanía porque su infatigable trabajo y su “vida virtuosa puede inspirar a otros a respetar la sociedad de la cual él es un adorno”.

Pero, en pleno debilitamiento del pujolismo, alguien también publicó: “Jordi Pujol (Alejandro VI, los Borgia) no ha hecho otra cosa que engañar al mundo. Nadie ha dominado como él el arte de la pillería. Nadie ha confirmado sus promesas con juramentos más sagrados, pero tampoco nadie le ha dado nunca menos importancia a sus juramentos. Siempre ha conseguido abusar de las gentes porque nadie conocía mejor que él, el lado flaco de los hombres”.

A partir de 2012 algunos medios de comunicación empezaron a publicar datos que apuntaban a la existencia de cuentas de Pujol en Suiza con dinero irregular. ¡No es posible. Es el president Pujol, un modelo para todos!, se dijeron muchos.

Y pronto, como en el caso de los Borgia, el foco informativo y de la red social se centró no solo en Jordi Pujol sino en varios de sus hijos: Jordi Pujol júnior, Oriol, Oleguer, Josep. Y hoy, alguien recordaría en un artículo aquel titular de la Edad Media: “Cuatro hijos de Borgia, sospechosos de maquinaciones para amasar dinero y poder”.

José G. Bergillos

Abogado, que un día escribió “Jordi Pujol, el Papa Borgia moderno”

LA HERMANA DEL REY Y LA NUEVA “TRAMPA” DEL CASO NÓOS (artículo premonitorio)

La Brújula

Ocho años han transcurrido desde el primer indicio del caso Nóos y aún hoy en día es incierto el día en que llegará a juicio. Este caso ha sido y sigue siendo el paradigma de estrategias y celadas procesales, cuando no trampas, para dilatar aún más la causa con un objetivo claro: la exculpación de la hermana del Rey.
La última estrategia es el incidente de recusación planteado contra dos de los tres magistrados de la Audiencia de Palma de Mallorca al ponerse en duda su imparcialidad. Se trata de los magistrados Diego Gómez Reino y Mónica de la Serna, quienes, en mayo de 2013, dictaron un auto que suspendió la imputación de doña Cristina de Borbón.
infanta-Cristina-llegada-juzgadoGómez Reino y De la Serna, junto con Juan Vidal, los tres jueces de la Sección Segunda de la Audiencia de Provincial de Palma tienen en sus manos el futuro judicial de la…

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LA HERMANA DEL REY Y LA NUEVA “TRAMPA” DEL CASO NÓOS (artículo premonitorio)

Ocho años han transcurrido desde el primer indicio del caso Nóos y aún hoy en día es incierto el día en que llegará a juicio. Este caso ha sido y sigue siendo el paradigma de estrategias y celadas procesales, cuando no trampas, para dilatar aún más la causa con un objetivo claro: la exculpación de la hermana del Rey.
La última estrategia es el incidente de recusación planteado contra dos de los tres magistrados de la Audiencia de Palma de Mallorca al ponerse en duda su imparcialidad. Se trata de los magistrados Diego Gómez Reino y Mónica de la Serna, quienes, en mayo de 2013, dictaron un auto que suspendió la imputación de doña Cristina de Borbón.
infanta-Cristina-llegada-juzgadoGómez Reino y De la Serna, junto con Juan Vidal, los tres jueces de la Sección Segunda de la Audiencia de Provincial de Palma tienen en sus manos el futuro judicial de la infanta Cristina y de los otros trece imputados del caso Nóos, después de que el juez José Castro, que también hubo de enfrentarse a diversas “celadas procesales” les remitiera la causa para resolver los recursos de los abogados defensores, lo que ha dilatado más si cabe el proceso.
Hablo con conocimiento de causa pues, en una decisión sin precedentes, que data de 1999, fui el primer abogado en España en atreverse a plantear un incidente de recusación por “parcialidad objetiva” de tres jueces de un tribunal de Barcelona que habían intervenido en resoluciones de la misma causa antes del juicio.
A raíz de aquel incidente, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) aplicó por primera vez en España la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos –de 28 de octubre de 1998-, en el conocido como caso Castillo Algar contra España.
Esa misma doctrina del tribunal europeo invocaron sin suerte acusados en otras causas de extraordinaria relevancia mediática: el general Emilio Alonso Manglano en el caso de las escuchas del CESID, el ex juez Gómez de Liaño ante el Tribunal Supremo y los acusados por el caso Segundo Marey.
¿Qué ocurre ahora? Ninguna de las partes del caso Nóos ha secundado la recusación de los dos jueces de la Audiencia planteada por la acusación popular ejercida por Manos Limpias.
Y qué curioso. El primero en oponerse a la recusación fue el fiscal, quien, en otra “celada procesal”, presentó un escrito en un propósito oculto para provocar al juez Castro a pronunciarse apasionadamente con valoraciones intensas sobre la culpabilidad de la Infanta Cristina. Quería, como apunta su escrito, que el juez ahondara en más reproches éticos como los señalados en el famoso auto de 227 folios del auto de imputación y, de esa manera, dar munición a las defensas para recusar al magistrado y apartarlo de la causa.

Ahora, la cuestión procesal, que también lo es social, simbólica y de imagen para la Corona española, es cómo lograr la exculpación de la infanta Cristina para evitar no solo el juicio penal, sino también el mediático.

Existe el antecedente: el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, cuando aplicó la doctrina del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos y recusó a los tres jueces de la Audiencia de Barcelona por “mi atrevimiento”, argumentó en su auto que los magistrados recusados “entraron en contacto directo con los indicios sumariales y los hechos delictivos que de ellos pudieran derivar, de tal modo que su conocimiento de la causa puede hacer sospechar que su indudable imparcialidad pudiera verse objetivamente afectada a la hora de formarse una convicción judicial sobre los hechos”.

¿Qué hicieron los magistrados de la Audiencia Gómez Reino y De la Serna durante la instrucción del caso Nóos? Pues, ni más ni menos, que entrar en contacto directo con los indicios sumariales y los hechos delictivos sometidos a investigación judicial cuando, en el 7 de mayo de 2013, dictaron un polémico auto de sobreseimiento de la causa contra la infanta Cristina.

La decisión sobre esa recusación se antoja fundamental para el futuro procesal de doña Cristina y, según sea su resultado –que se presume contrario a la recusación de los dos magistrados- puede dar al traste al trabajo del independiente juez Castro, que supo imponer el imperio de la Ley, en soledad institucional, desafiando a todo el aparato del Estado de Derecho de España.

En rigor, el juez Castro se mantuvo incólume, independiente y sereno ante la ciclogénesis del poder político. En gesto heroico y honesto cumpliendo con su humilde deber como juez. En un panorama nauseabundo de servidumbre de la Fiscalía General del Estado y de la Agencia Tributaria que como esbirros institucionales defienden a la imputada infanta Cristina.

¿Casualidad? ¿Premonición? ¡Ustedes mismos!

¿Y todo esto para qué, señor Mas ?

mas pensativo

Patético y cansino el espectáculo acontecido en Catalunya. Tanta pompa y boato
independentista y, la pregunta asalta implacable: ¿y todo esto para qué? Hartazgo de la ciudadanía, catalanes y españolas, y hastío por tanta presencia mediática de Artur Mas, con sus insostenibles disquisiciones leguleyas que ni él se creyó. Impostó. Él lo sabe. Se detectaba. Los catalanes son pragmáticos, inteligentes, tienen “seny” y lo han demostrado históricamente. Mi admiración por ellos la explicito aquí. ¿Qué ha pasado? ¡Lo que llega a conseguir la propaganda y la falsedad histórica! ¡Qué manipulación tan perversa de sentimientos! ¿Quién escribió el guión? La inteligencia duda y pregunta. Y ahora la perplejidad en la resaca post-show independentista se apodera tras el fasto pomposo.

¿Qué explicación encontramos a todo esto? ¿Motivos freudianos? ¿Razones ocultas? Un patriota auténtico, de armas tomar, no retrocede tan rápido. ¿Hay algo más? ¡Vaya usted a saber! Los indescifrables y retorcidos enigmas del poder. ¿Qué se incendia y qué se apaga a cada paso del clandestino negociar: ¿la Ley? ¿Sólo eso? ¿Qué pasó? ¿Lo sabremos algún día?.

Se bajó ya el telón. Ya no se habla de Jordi Pujol, del ex-president. ¿Se acabó todo? ¿Coincidencia? ¿Habrá segunda temporada de esta serie de crónica negra? Desde la desinformación, obviamente, sólo podemos preguntar. Especular. Quizás deducir, aunque sólo sea un poco. Imaginar, mucho. Y quizás acertadamente. ¡Se bajó el telón! Ahora toca el pausado rito funerario para poner todo en orden tras la devastación.

¡Lástima!. Vuelta al silencio. Con algunos ecos residuales y estériles. Después de toda esta efervescencia mediática y despilfarro económico mayúsculo, -en estos tiempos de crisis y crueldad económica-, ¡aterrizaje forzoso a la realidad cotidiana!. A esconder las banderolas. Y a recordar la fiesta embriagadora. ¡Siempre nos quedará el recuerdo,  Artur !

¡Vuelta a la normalidad!. ¿Qué ha cambiado en nuestro futuro individual y colectivo? ¡Nada!. La pretenciosa algarada de banderas y manifestaciones no ha cambiado ni un ápice nuestras vidas cotidianas. Tenemos que ir a trabajar, comprar en el supermercado, llevar a nuestros hijos al colegio, acudir al trabajo (si lo tenemos), pagar nuestras hipotecas etc.

Sólo un loco persigue lo imposible, dicen. Y añado: ¿o un desesperado? ¿A qué teme o temen? Todos proclaman: ¡Artur Mas un cadáver político!. ¡La muerte política de Artur Mas! Esa es una muy simple explicación. Por previsible y evidente. Yo creo que es un “superviviente” al yugo de la amenaza que se cernía sobre él y alguien más y que este final es el resultado de su mejor actuación negociadora con el innombrable Estado español. ¿Pero sólo suya?.

En fin, cosas del poder y de su irresistible fascinación. Y de mis cuitas en mi Andalucía. Es hora y ha llegado el momento de la firmeza constitucional e inteligente del Estado para conjurar para siempre los demonios históricos de España.

¿Hasta cuándo, Sr. Artur Mas, abusará de nuestra paciencia?

imagen64937gLos esperpénticos hechos se suceden guionizados y publicitados, con toda la propaganda que la era digital potencia hasta el último rincón del planeta, creando una confusa apariencia de opresión de Catalunya. La batalla mediática -es un hecho incuestionable-, la han ganado los catalanistas-independentistas. De momento.

Tras la infame e inmoral comparecencia de Jordi Pujol ante el Parlament de Catalunya, negando una evidencia que hiere los sentidos, ahora “su hijo político” escenifica y protagoniza mesiánicamente un inaudito acto de deslealtad constitucional e institucional. Un auténtico desafío, con pompa y liturgia institucional y mediática, al Estado Democrático y de Derecho de España.

En el caso de Pujol, podríamos trazar el paralelismo histórico con Alejandro Sexto: “el Papa Borgia de Catalunya. La primera familia del crimen” (supuesto enriquecimiento de la familia al calor del poder); ahora, el paralelismo histórico nos traslada al escenario creado por Catilina en la antigua Roma.

Catilina, derrotado en su elección como cónsul, después de ser desvelada y reprimida una conjura por él encabezada para dar un golpe de Estado, intentó asegurarse su elección mediante sobornos. Incluso había planeado matar a los senadores y al propio Cicerón y, descubierto, organiza un ejército para tomar el poder por la fuerza, despreciando las reglas de juego que las leyes de la República romana establecían.

Obviamente, no imputamos a Artur Mas los mismos hechos. Sólo pretendemos acercarnos a un método ilegal  de hacerse con el poder: en pleno siglo XXI utiliza un burdo maquillaje jurídico como falsaria legitimidad de su conducta secesionista. Mediante una maniobra manifiestamente ilegal, a sabiendas, se conjura con Esquerra Republicana y otros partidos políticos para subvertir el orden constitucional de España con apariencia de  legitimidad democrática.

Es conocido el final de Catilina: su fracaso. ¿Cuál será el recorrido político y público de Artur Mas? Lo escribe un ciudadano español que vivió en Barcelona 30 años y que se autoexilió a Andalucía, sus orígenes, ante la deriva asfixiante del catalanismo.

José García Bergillos.

LA TRAMPA

Juez instructor del caso Nóos

Juez instructor del caso Nóos

El instituto de la recusación es un remedio procesal enérgico que pretende apartar de la investigación o enjuiciamiento a un juez o tribunal del que se tienen

objetivas y fundadas sospechas de pérdida de imparcialidad. Y reparar así una situación de suspicio partialitatis para proteger a cualquier justiciable en su derecho a un juicio justo y con todas las garantías legales y constitucionales, en base a los artículos 24 de la Constitución española, 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 6.1º del Convenio Europeo de Derechos Humanos y 14 del Pacto Internacional de Nueva York.

La imparcialidad subjetiva y objetiva es garantía basilar de la Administración de Justicia en un Estado democrático y de Derecho como es España. La doctrina de la imparcialidad objetiva del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo (a partir del caso Castillo-Algar fundamentalmente y otros cuya cita prolija evitamos), ya ha sido incorporada en pacífica y consolidada jurisprudencia por los Tribunales Supremo y Constitucional españoles.

Y, en muchas ocasiones, se trata de una «celada procesal». Un ejemplo: el caso Nóos, que implica a la infanta Cristina, su marido y otros personajes de renombre, y la estrategia que llegó a emplear el fiscal.

De haber prosperado habría podido anularse toda la investigación judicial. Pero, afortunadamente, ha fracasado. El valiente e inteligente juez Castro la ha desactivado con su aséptica respuesta jurídica del 16 de enero. El fiscal habría proporcionado así poderosa munición jurídica a las defensas de Iñaki Urdangarin y Diego Torres que raudas, dada su profesionalidad, la habrían utilizado con inmediata audacia jurídica. Y ello hubiera evitado la declaración de la Infanta Cristina y su paseíllo por la escalerilla judicial el próximo 8 de febrero.

Lo explicaré. Parto de un hipotético escenario procesal que hubiera sido posible a raíz del sorpresivo e inexplicable escrito del fiscal el 15 de enero, en el que realiza un virulento ataque jurídico en base a unas absurdas y denigrantes teoría conspirativa y manipulación tendenciosa por parte del juez instructor. Esa maniobra procesal del fiscal escondía un propósito oculto para provocar al juez a pronunciarse apasionadamente con valoraciones intensas sobre la culpabilidad de la Infanta Cristina. Quería, como apunta su escrito, que el juez ahondara en más reproches éticos como los señalados en el famoso auto de 227 folios del auto de imputación.

Esa era la celada procesal que el juez esquiva y que hubiera provocado su recusación e inmediato apartamiento y paralización provisional del caso Nóos, hasta que se resolviera la tramitación del incidente de recusación por otro órgano judicial. Esta es una simple opinión jurídica basada en ese escenario.

Y esa hubiera sido la base jurídica que utilizarían brillantemente el equipo jurídico defensor de la Infanta Cristina, comandado por el prestigioso penalista Jesús Silva, y el político Miquel Roca Junyent. Sin olvidar a mi admirado abogado González Peeters, penalista de raza. Si el juez Castro, al calor del debate jurídico y en el ambiente mediático que rodeaba el caso, hubiera efectuado más valoraciones éticas sobre el supuesto actuar jurídico y personal de la Infanta, habría dado los argumentos para que se le apartara de la investigación.

Pero no ha fue así; se limitó simplemente a ordenar la citación de testigos solicitados por el fiscal sin entrar en consideraciones de otra naturaleza, conservando por tanto su posición de juez neutral y sereno, que no baja a la arena del combate procesal manteniendo intacto su hieratismo institucional y ecuánime que le amuralla ante cualquier maniobra procesal para apartarlo del caso. Pero el riesgo jurídico existió.

José García Bergillos